miércoles, 6 de agosto de 2014

HISTORIA DEL USO DE LAS DROGAS - SEGUNDA PARTE


  REGULACIÓN DE LOS ESTADOS MODERNOS SOBRE EL TRÁFICO Y USO DE  DROGAS:  La doble moral por todos conocida.
Segunda parte


ADICTOS SOMOS TODOS

            Si empezamos por los usuarios de las drogas, que es el punto común en el cual todos podemos tener algo objetivo, de inmediato nos damos cuenta de que hay dos tipos de personas que utilizan las sustancias adictivas. El usuario ocasional, quien las prueba para explorar sus efectos, la consume en reuniones sociales, como rito de iniciación en algunos grupos o pandillas y para contender y auto medicarse en algunas situaciones especiales en su vida. Por ejemplo, un joven tímido, con un par de copas de tequila, son “las muletas” que le sirve para sacar a una chica a bailar. Una chica en un concierto de rock, fuma un carrujo de mariguana, para sentir más intensamente el evento de su grupo favorito (no se sabe si esto sea cierto, pero si ella lo piensa, el efecto placebo es maravilloso). Estas personas son las que mantienen a las compañías de drogas legales como el alcohol y la nicotina. Los adictos a estas sustancias, no son quienes las sostienen, porque son una minoría, y si no tienen dinero para adquirirlas van a utilizar cualquier genérico de alcohol (inclusive el alcohol etílico potable, o mezclas adulteradas de nicotina).  Esto es lo mismo que ocurre con las drogas ilegales, no es el adicto el que mantiene a los carteles, sino el usuario ocasional. Luego entonces, la premisa de que la prohibición del uso de sustancias adictivas va a proteger a la población de hacerse adicta a las drogas es falsa. No se comporta como los virus, que el mero contacto genere las adicciones. Este es un pensamiento mágico que se han encargado de repetirlo muchas veces, hasta hacerlo verdad.
    Si por ejemplo, a 100 personas, al azar les damos un tableta de chocolate. La reacción en la gran mayoría de ellos será favorable. Esto es, buscarán al cabo de un tiempo comprar de manera ocasional ese chocolate. Un porcentaje del 2 al 5 % tendrán una necesidad de continuar consumiendo esa golosina y se harán dependiente a ella, pero si ya no tienen dinero, o se eleva el precio de su marca favorita, usaran otra marca de chocolate. Un 10 % aproximadamente, tendrán eventualidades secundarias de tipo médico. Por ejemplo, el desarrollo de migrañas, la exacerbación de problemas de acné facial, nerviosismo, etc. La lectura que ellos harán de su interacción con el chocolate es: “¡No me gusta!” Aunque en realidad, la descripción que ellos deberían de hacer es: “si me gusta pero me cae mal”.
   Las fábricas de chocolates, sin embargo, no se ven afectadas por este 10 %, de personas con reacción inadecuada al chocolate. No son rentables en el comercio, por lo que consumen los adictos, sino que este se mantiene con ganancias del 80 % a 85 %, que lo comen con frecuencia, pero no son adictos. Cualquier otro ejemplo, con las cervecerías, es válido.
    El otro usuario de drogas, es el adicto a las sustancias. Éste último, quizás inició en el uso de las drogas por las mismas circunstancias que el usuario ocasional, pero no se pudo detener. Éste es una minoría.
     Los usuarios ocasionales y los adictos, son el punto crucial en la discusión sobre las políticas de regulación de las drogas adictivas. Las personas adictas a las drogas tienen una vulnerabilidad genética que facilita que su interacción con las drogas seas diferente a la población en general. Estas personas en contacto con la droga por un tiempo considerable, desarrollarán tolerancia (dosis mayores de la sustancia, para tener el mismo efecto); y el síndrome de supresión. Al suspender el uso de esa sustancia que acostumbraban consumir en exceso,  se enferman y no pueden dejar de consumirlas, porque cada que lo intentan abruptamente, se genera un síndrome de supresión. Este se manifiesta por el efecto puesto, al que producía la sustancia adictiva (si se toma alcohol, por ejemplo, que es un sedante y supresor del SNC.  la supresión será con un estado de ansiedad intensa, que puede llegar hasta presentar crisis convulsivas). Un ejemplo claro y cercano de lo anterior, está ilustrado por las personas que va a ser alcohólico. Cuando  era joven, el futuro alcohólico aguantaba grandes cantidades de alcohol; eso le generaba la admiración de sus amigos y amigas; no presenta efectos severos al día siguiente de que lo tomaba (no tenía las crudas de agua, que se suceden por la deshidratación), y por lo tanto no hay un evento negativo que lo aparte de continuar bebiendo. La exposición repetida y continua de bebidas con alcohol, finalmente le va a pasar la cuenta y un día tendrá su “primera cruda de alcohol”. Ahora ya no se siente mejor con solo hidratarse, esta vez, él o ella, van a requerir más alcohol.  Si esta persona presentaba una personalidad ansiosa, y ahora al tomar se siente tranquilo, su problema va a ir en aumento. Pero si fuera una persona somnolienta, o con gastritis, y poca tolerancia al alcohol el resultado es lo opuesto. Esta persona será proclive a usar estimulantes del SNC como la cocaína, café, anfetaminas.
  El rumor que han corrido en las escuelas, de  que los carteles de drogas regalan dulces con sustancias adictivas, y que bastan dos dulces para que cualquier persona o niño sea adicto. ¡NO ES CIERTO!, como se ha explicado con el alcohol, que junto con la nicotina, son dos drogas muy adictivas, pero legales y que hay que usar de manera repetida, pero por meses o años.
    Todos hemos probado o usado sustancias adictivas, desde el café, tabaco, alcohol, tabletas para inducir sueño, analgésicos y quizás drogas mayores. Pero la mayoría no lo volvemos a hacer, aun cuando tengamos apetencia por repetir. Esto es, no basta que la droga este disponible, como el alcohol, el tabaco, para que cualquiera se haga adicto. Esta premisa es muy importante para que la entiendan los drogo-generales. No es la fuerza de voluntad lo que nos frena a usar las drogas, no es el miedo a ser adicto, es que detectamos que hay otras cosas que valen la pena para darle un sentido particular a nuestras vidas.  
            Lo anterior indica, que si las drogas estuvieran en disposición libre para cualquier persona, como sucede con el alcohol, el café y la nicotina, un grupo mayoritario las usaría ocasionalmente y otro grupo sería adicto. La población abierta en general, nunca pasaría a ser del tipo de usuario ocasional, aun cuando no hubiera ninguna ley que condenara el uso de estas sustancias. Esto sucede con las drogas legales, alcohol, del cual hay para beber, casi en cada esquina, lo mismo se puede decir del  tabaco, entonces,  ¿por qué, los gobiernos gastan sumas estratosféricas para luchar en contra de los traficantes de drogas, y poner en la cárcel a los pacientes que las utilizan? Si la detección precoz de las personas a riesgo de hacerse adictos ya es posible. ¿Por qué se convierte a los médicos en bomberos apaga fuegos, cuando prevenir los incendios, siempre es mejor estrategia, que tratar de luchar contra un fuego extendido?
            La resolución de estas preguntas son vitales. Pero sin embargo, la respuesta fácil de cualquier Ministro de Salud será que están en  “guerra contra las drogas”, y que esto es, para limitar el número de usuarios y los daños a la salud que estas sustancias, puedan ocasionar a un número de ciudadanos minoritario. Lo que podemos leer entre líneas es que los ciudadanos somos rehenes de una lucha fingida.
       Luego, si hay un número impresionante de leyes, castigos, persecuciones y marginaciones a los usuarios adictos a las drogas ¿por qué estos no se pueden detener? ¿Se van a detener incluso si hay penas de muerte como en China, Irán y otros países intolerantes? No, no pueden detener, son enfermos. La apetencia a las drogas está en el mismo nivel de la apetencia por comida, necesidad de dormir, y sed. Su cerebro demanda su dosis de droga, y mientras no se rehabilite, no podrá salir de ese laberinto. Esa persona sigue siendo humano, pero ciertos circuitos de su máquina pensante requieren de esa sustancia, y eso no se puede controlar (la neurofilosofía moderna nos dice que el libre albedrío es limitado, y la posición cartesiana del cerebro diferente de la mente, favorece el que el adicto no entienda que es lo que le sucede).
     Esto se ejemplifica con el siguiente relato que hace Daniel Dennet sobre los fanatismos y que se puede aplicar a las adicciones también.  “Hay una variedad de hormiga que es infestada por una larva, esta se aloja en su cerebro. La hormiga trepa hasta la punta de una planta, y cae, entonces vuelve a repetir esa operación muchas veces. Esto lo hace aún en contra del programa de instintos que tiene como parte del hormiguero. Hasta que pase un borrego, y se coma la planta con la hormiga. Entonces la larva sale del cerebro de la hormiga que actuó como transporte y termina su desarrollo en el estómago el bovino”.
   Eso es lo que hace el adicto a las sustancias, su cerebro esta controlado por una larva que son las drogas, y sólo se detendrá hasta que toque fondo o muera. Su cerebro se ha vuelto egoísta. Necesita tener niveles de droga adictiva para funcionar. El resto de funciones biológicas, sociales y culturales pasan a un segundo plano.
  En una encuesta que se realizó en una comunidad abierta, una de las preguntas decía: ¿si las drogas fueran legales, y no van acompañadas de  problema para la obtención de las mismas, usted consumiría algún tipo de drogas adictivas? La mayoría de los encuestados contestaron que no (las personas que participaron en la encuesta eran anónimas). Pero cuando les preguntó que si pensaban que los vecinos podrían usar esas drogas adictivas ya liberadas, la respuesta fue que quizá sí. Esta manera de responder comprobó que  el miedo que se ha generado en la población no-adicta, sobre la percepción de quienes consumen drogas si ha dado sus resultados. Las tácticas de la gente que prohíbe el uso de drogas, de generar miedo está cumpliendo sus objetivos. Por lo tanto, esto refuerza el que los gobiernos occidentales, sigan con esa cortina de humo que se llama “la guerra contra las drogas”. En cierta manera, el mensaje subliminal que se envía es: "nosotros somos puros, no tomamos drogas, pero no estamos seguros de que el resto de las personas sigan libres de contaminarse con las drogas". Esto es  parte de la naturaleza humana, desconfiar de la moral de los demás. La táctica que utilizan los gobierno es crear la sospecha de que un grupo importante de gente va a utilizar drogas, va a cambiar sus esquemas morales, va a dejar de ser humano y va a matar a los puros y sanos. Se está explotando el miedo “Al Otro”. Si se acuerdan del cuento infantil de pollito que les decía a las gallinas que el cielo se estaba derrumbando, sobre sus cabezas y que se salvarían si se iban todas a una cueva, en donde los esperaba el lobo, ya sabrán de que va entonces esto de las drogas y el miedo que generan.
            El sentir de los estrategas militares de la mayoría de los países, cuando éstos se encuentran en retiro, es decir fuera del control de sus gobiernos, es que la guerra contra las drogas, está perdida, no puede ser ganada. Si algún grupo de personas trata de proponer soluciones para el manejo del tráfico y consumo de drogas, sin que esto implique su legalización, los políticos hacen todo lo posible para no entender, y distorsionar el que lo que busca estas personas es a fin de cuentas, de manera oscura, legalizar o permitir de manera restringida el uso abierto de sustancias adictivas. Sus campañas de educación y de decir, "no a las drogas”, no han pasado de ser un deseo simple e infantil. En el año de 1999 siete estados de la Unión Americana votaron para permitir el uso médico de la mariguana. Sin embargo el gobierno federal veto este tipo de propuestas.
Sin embargo el uso legal de la mariguana con fines médicos es ya un hecho. Las personas en el gobierno de Estados Unidos de América, cuya política acerca de las drogas adictivas, los califica como prohibicionistas, tienen tanto miedo hacia que esto se discuta, que generaron una legislación que impide el llevar a cabo estudios que promuevan o liberen la legalización de las drogas, e incluso investigaciones sobre usos médicos de la mariguana. Sin embargo el aprendizaje sobre esta materia no puede ser prohibido.

   En los Estados Unidos de América uno de los líderes en el área médica la doctora Joselyn Elders, fue despedida de su cargo, por responder a una pregunta sobre la legalización de las drogas, a favor de esta a largo plazo, en una entrevista televisiva. El punto central aquí, es que la prohibición de las drogas ha sido tan exitosa en general ansiedad en la gran población ( a falta del miedo al comunismo el terrorismo y el narcotráfico son ahora los dos demonios que han generado sus propias agencias de inteligencia), que los gobernantes, principales beneficiarios “de las cajas chicas de dinero” rehúsa argumentar o discutir siquiera sobre este tema.
   “Poderoso señor es don Dinero”  (Continuará)

           

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